Bendita seas tú entre las mujeres

El Hno. Peter Lawrence Vu, OP, reflexiona sobre el Evangelio del cuarto domingo de Adviento (Lc 1, 39-45) en nuestra serie de vídeos semanales.

En el Evangelio del IV Domingo de Adviento encontramos el segundo Misterio Gozoso, la Visitación. Se trata de un momento rico de significado teológico y espiritual, centrado en la alegría profunda que brota del reconocimiento de la presencia de Dios.

La Santísima Virgen María, con Jesús en su seno, visita a su prima Isabel, que está embarazada de Juan el Bautista. Al saludo de María, el aún no nacido Juan salta de alegría en el vientre de Isabel, un momento que significa su reconocimiento profético del Mesías.

Isabel, llena del Espíritu Santo, responde con un derroche de alegría, exclamando: «Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre». Este gozo es mucho más que una mera reacción emocional; es un reconocimiento espiritual del cumplimiento de las promesas de Dios.

María, cuya alegría irradia a través de su Magníficat, celebra las obras poderosas de Dios y el don de haber engendrado a su Hijo. Su visita a Isabel se convierte en un acto de compartir esta alegría, un reflejo de su obediencia a la voluntad de Dios y de su papel en llevar a Cristo a los demás. La alegría de la Visitación sirve como invitación y llamado para nosotros como católicos.

Así como María e Isabel compartieron la alegría de la venida de Cristo, nosotros, como católicos, también estamos llamados a acoger y compartir la alegría de la salvación. La verdadera alegría proviene de reconocer a Cristo y estar en comunión con Él. La Visitación sirve como modelo de cómo debemos experimentar y difundir esta alegría: primero reconociendo la presencia de Cristo en nuestras vidas y luego compartiéndola con los demás.