Únase a nosotros para el evento Dominican Black & White
Celebramos 175 años de dominicanos en Occidente
Obtenga sus entradas hoy

¿Nos necesita Dios?

El Hno. Philip Neri Gerlomes, OP, reflexiona sobre el Evangelio del 27º Domingo del Tiempo Ordinario.


Dios no me necesita. Dios no necesita a nadie ni a nada. Piénsenlo: si, como creemos, Dios es perfecto en sí mismo, entonces no hay nada que podamos dar ni añadir a su gloria. Es más, si Dios es el creador de todas las cosas, entonces no hay nada que tengamos que no provenga, en última instancia, de él. Quizás esto parezca injusto. En nuestras relaciones humanas, esperamos que haya una especie de igualdad, un intercambio mutuo de necesidades... de modo que, cuando hacemos algo por alguien, esperamos un "gracias" o incluso una recompensa más adelante. Así que nos sorprendería oír a Jesús decirnos: "Cuando hayan hecho todo lo que se les ha ordenado, digan: 'Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que estábamos obligados a hacer'".

Consideremos, sin embargo, la diferencia entre Dios nuestro Padre y el amo humano de la parábola. Las relaciones entre amos y sirvientes en tiempos de Jesús eran probablemente un poco diferentes a las que esperaríamos hoy, pero sin duda hoy, si uno se pasaba el día arando el campo de otro o cuidando las ovejas de otro, era comprensible que esperara una compensación... o al menos que le dieran las gracias. Al fin y al cabo, uno hace posible la vida del amo. Hace el trabajo que él necesita. Precisamente porque Dios no necesita nada, no hay transacción en nuestra relación con él. No tenemos que preocuparnos por los intereses personales ni por las segundas intenciones de Dios, porque no le queda nada que ganar. Esperamos reciprocidad en nuestras relaciones humanas porque no queremos dar y dar hasta que no nos quede nada. Dios se contenta con estar en la posición de dar constantemente porque sus tesoros son inagotables.

Tampoco hay límite a cuánto podemos dar, si el poder del Espíritu Santo está vivo y activo en nosotros. Podemos participar del amor desinteresado de Dios. De hecho, cuanto más nos conformamos a su amor, más podemos ver incluso sus mandatos como dones en sí mismos, porque en ellos nos invita constantemente a ser transformados cada vez más a su imagen y semejanza. Así que, este domingo, oremos por la fuerza, la confianza y la alegría de darnos tan libremente como él. Después de todo, si Dios no necesita nada, nosotros tampoco lo necesitamos si lo tenemos.