Fijar nuestra atención en el misterio pascual durante la Cuaresma

En el oficio de Lecturas del Miércoles de Ceniza, San Clemente I, obispo de Roma a finales del siglo I, exhorta al pueblo cristiano a fijar nuestra mirada en el Misterio Pascual de la siguiente manera:

“Fijemos nuestra atención en la sangre de Cristo y reconozcamos cuán preciosa es para Dios su Padre, ya que fue derramada para nuestra salvación y trajo la gracia del arrepentimiento a todo el mundo”.

Las comunidades cristianas de todo el mundo al comienzo de la temporada de Cuaresma se enfrentan al Misterio Pascual al contemplar la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Durante este tiempo preciado de intensa oración, ayuno y limosna, la Iglesia dirige su atención a la finalidad de la vida en la tierra y la necesidad de arrepentimiento de todos los pueblos. Al comienzo de la Cuaresma, millones de cristianos se encuentran con las palabras de Cristo: "Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado" (cf. Mt 3, 2). Los cristianos están llenos de piedad filial y muestran este fuerte deseo de compartir el recuerdo del sacrificio de Cristo en la Cruz colocando cenizas en la coronilla o en forma de cruz en la frente. En este día, Miércoles de Ceniza, la Iglesia recuerda al pueblo de Dios que "no somos más que cenizas y volverá al polvo ".

El pecado y la muerte han prevalecido sobre la humanidad durante milenios. Pero, a través del máximo sacrificio de Jesucristo en la cruz, la marca del pecado y la muerte perdió su poder sobre la humanidad. El don del perdón de los pecados y la vida nueva se hizo realidad a la luz de la Resurrección. Santo Tomás de Aquino nos dice en su tratamiento sobre la conveniencia de la muerte de Cristo en el Tercia pars de su Summa Theologiae, que Cristo nos libró del temor a la muerte, nos dio el ejemplo de morir al pecado espiritualmente, y que “al levantarse de entre los muertos y manifestar su poder por el cual derrocó la muerte, [infundió] en nosotros la esperanza de resucitar los muertos." Somos hechos partícipes de la vida divina mediante el bautismo y una participación activa en la vida sacramental de la Iglesia.

San Clemente exhorta al pueblo cristiano a ajustarse a la voluntad de Dios, uno debe “volverse a la compasión [de Cristo], rechazar las obras vacías, las riñas y los celos ... ser humildes de mente, dejando a un lado toda arrogancia, orgullo e ira necia. " Cristo asumió las formas más horribles de la humanidad y entregó su vida para que la humanidad pueda recuperar la unión beatífica con Dios. Para participar en la comunión de la Trinidad es necesario un espíritu de arrepentimiento, abnegación y dependencia filial de la misericordia, el perdón y la caridad de Dios.



Hermano José María Barrero, OP | Conoce a los Hermanos en Formación AQUÍ