Estoy inmensamente agradecido por la oportunidad de estudiar teología patrística griega y siríaca en Roma, cerca de los lugares donde tantos santos teólogos vivieron y compusieron sus obras. Cuando considero nuestra rica tradición de santos eruditos que inspiraron a generaciones de cristianos a progresar más rápidamente en la madurez espiritual, una figura destacada se destaca como guía de la esencia de la vigilancia cristiana: Gregorio Nacianceno, a quien quizás podríamos llamar “el Doctor de la Vigilancia”. .”
Un patriarca de Constantinopla del siglo IV y legendario poeta teológico, Gregorio Nacianceno, nos dejó una obra eterna sobre la importancia de la vigilancia. Sus elocuentes palabras resuenan a través de los tiempos, rompiendo presunciones y provocando deseos fervientes. A medida que avanzamos en el tiempo de Adviento, Gregorio Nacianceno se convierte en una figura de sabiduría que nos guía hacia disposiciones cada vez más perfectas de vigilancia y disposición.
Lo siguiente es un extracto del poema de Gregorio sobre “Las parábolas de Cristo según todos los evangelistas” (PG 37.502–504)”:
No permitas que me encuentren entre los invitados con su vestido de novia, yo con ropa sucia, y luego atado de pies y manos, y así caer, separado de mis amigos, de la cámara nupcial y del matrimonio. O cuando las diez vírgenes puras, con antorchas encendidas velando, velaban con luces desveladas a su gobernante, esposo, Dios amado, para que, encendidas, fueran al encuentro del gozoso que se acercaba, no pongas mi mente entre los aburridos. y los insensatos, que trabajan cuando Cristo está pronto a venir, para que no note la débil llama de todas mis antorchas y busque demasiado tarde el aceite que fluye de la luz de la vida.
No dejes que las puertas cerradas me impidan la boda, mientras la Palabra mezclada, en mi interior, mediante el uso de grandes cadenas del deseo, da gloria y valor a los puros de corazón. Y si mi rey regresara del banquete de bodas para observar a los que esperan y a los que no esperan, me encontraría entre los que esperan y me alabaría por mi miedo, como a un servidor fiel, y me encontraría apacible entre los los que guardan, y el que da cuenta confiable y grano a ambos con justicia… que no me pongas contado con las cabras, sino más bien con las ovejas, a tu derecha, y que tu izquierda espere lo peor.(1)
El Adviento es un período de mayor atención y de preparación para el final. En vista de este punto de no retorno, las conmovedoras palabras de Gregory dejan de ser una mera guía; se convierten en un llamado convincente a trascender los adornos superficiales y las desviaciones tecnológicas. En cambio, nos inspira a embarcarnos en una valiente búsqueda del Rey Divino, dirigiendo el enfoque de nuestras facultades mentales hacia el inesperado Juez Divino que se acerca. Abracemos este consejo duradero, cultivando un intelecto agudo y un corazón puro, finamente en sintonía con la esencia divina siempre presente en lo más profundo de nuestra vida interior.
(1) Gregorio Nacianceno. Traducción Brian Dunkle. Ensayo. En San Gregorio Nacianceno: Poemas sobre las Escrituras. Prensa del Seminario de San Vladimir, 2012.
Br. Matthew Wanner, OP | Conoce a los hermanos en formación AQUÍ