Cómo perder el tiempo como un santo

Nuestra vida común como dominicanos sigue un programa diario de oración y comidas llamado horario, pero eso todavía nos deja mucho tiempo para planificar por nuestra cuenta. ¿Cómo hacemos el mejor uso de ese tiempo para la oración, el estudio, el trabajo y la recreación? Uno de los mejores consejos sobre gestión del tiempo que he leído proviene de la autobiografía de Dorothy Day. La soledad larga. Ella escribe cómo, si no tienes suficiente tiempo para hacer lo que tienes que hacer, debes hacer lo que puedas hacer bien en ese momento. Si tiene veinte minutos para escribir un correo electrónico confidencial, deténgase. No fuerces lo que no puede ser. Tómate esos veinte minutos para rezar un rosario y vuelve a escribir ese correo electrónico cuando puedas hacerlo bien.

Esta puede ser una práctica útil en algunos niveles diferentes. Por un lado, es un pequeño acto de confianza en que Dios eventualmente le proporcionará el tiempo que necesita, incluso si ahora está intratablemente ocupado. También cultiva una mejor presencia de ánimo al establecer límites en lo que hace en un momento dado, lo que le permite concentrarse de forma más eficaz. Incluso te da la oportunidad de descansar un poco que quizás ni siquiera te des cuenta de que lo necesitabas. Sin embargo, Day difícilmente propone esto como una estrategia más para el "equilibrio entre el trabajo y la vida personal".

Si no puede escribir un correo electrónico reflexivo en veinte minutos, ciertamente no podrá lograr la paz y la justicia perfectas en un día. De hecho, nuestra tradición dice que lograr la justicia y la paz perfectas requerirá literalmente "¡todo el tiempo del mundo!" Desafortunadamente, eventualmente te darás cuenta de que incluso toda tu vida no es suficiente tiempo para hacer las cosas bien. De hecho, esta es una parte significativa de lo que desilusionó a Day sobre los socialistas revolucionarios que conoció en sus primeros días. Como el Papa emérito Benedicto XVI reflejaría más tarde en su encíclica Spe Salvi, es precisamente nuestra confianza ilimitada en nuestra capacidad para alcanzar la perfección en este mundo lo que nos deja tan desesperados cuando nos damos cuenta de que nunca viviremos para ver esa perfección.

En cambio, nuestro trabajo en este mundo está inspirado por nuestra esperanza en el mundo venidero, un mundo en el que todo el trabajo se terminará y nuestras almas podrán descansar en la contemplación tranquila de Dios en toda Su gloria. Hay una verdadera dignidad en las luchas que emprendemos en esta vida, pero permitirnos estos pequeños descansos nos recuerda que nuestro tiempo libre no es para hacernos mejores trabajadores. Más bien, trabajamos para disfrutar de una paz más bendita.


Br. Philip Neri Gerlomes, OP | Conoce a los hermanos estudiantes en formación AQUÍ