¡La temporada de Cuaresma está en marcha! Este tiempo de preparación para la Pascua nos da la oportunidad de reexaminar y reenfocar nuestra vida espiritual. Se nos anima a que asumamos la observancia de la Cuaresma individualmente, que por lo general cae en las categorías tradicionales de oración, ayuno y limosna. Además de hacer algún tipo de sacrificio, con suerte también estamos agregando algo a nuestra vida espiritual. Si algo que agregamos resulta fructífero, deberíamos considerar continuar con la práctica después de que termine la Cuaresma.
Una práctica simple que puede marcar una diferencia significativa en nuestra vida espiritual es incorporar oraciones breves en medio de nuestros horarios diarios. Estas breves oraciones, llamadas aspiraciones, pueden tener solo unas pocas palabras. Son una pausa momentánea en lo que estamos haciendo para dirigir nuestra atención a la presencia de Dios. La oración podría ser una de las líneas favoritas de las Escrituras. También podría ser un simple "Gracias, Jesús" por alguna bendición en el día, o un "¡Ayúdame, Señor!" o “Ven, Espíritu Santo” cuando estemos a punto de hacer algo difícil o en un momento de tentación. Incluso podría estar diciendo el nombre de Jesús, mirándolo hacia adentro.
Formar el hábito de decir oraciones como esta a lo largo del día puede transformar nuestra rutina diaria en un diálogo continuo con Dios, invitándolo a todo lo que hacemos. Esta es una manera de seguir la instrucción de San Pablo de “rezar sin cesar” (1 Ts 5). También estaríamos imitando a Santo Domingo, que “siempre hablaba con Dios o de Dios” (Hermano Pablo de Venecia, en el proceso de canonización de Santo Domingo, 17).
Para formar un hábito, es útil adjuntar oraciones a determinadas acciones o momentos de rutina. Muchos frailes rezan cuando ponen en marcha sus coches: "Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra". Recientemente releí el breve trabajo de San Alfonso de Ligorio, Cómo orar en todo momento. Da muchas sugerencias de formas de agregar momentos de oración a nuestras vidas. Él recomienda especialmente hacer una ofrenda del día cuando nos despertamos por primera vez y ofrecer cualquier trabajo que nos propongamos. San Francisco de Sales también tiene muchas sugerencias al respecto en su Directorio espiritual y en su Introducción a la vida devota donde dice: "Debo aconsejarle que no se ate a ninguna palabra formal, sino que hable con el corazón o la boca todo lo que brote del amor dentro de usted, que seguramente le proporcionará toda la abundancia" (pt. II, cap. XIII).
Más de una vez he resuelto incorporar este tipo de oraciones breves a mi vida, pero por lo general la práctica disminuye a través del olvido. Formar un nuevo buen hábito, incluso uno simple como este, es un desafío. Esta Cuaresma, estoy redoblando mi esfuerzo. Comenzaré diciendo una breve oración pidiendo ayuda.
Señor, ayúdanos con nuestras observancias de Cuaresma y hazlas fructíferas para acercarnos a ti.
Una práctica simple que puede marcar una diferencia significativa en nuestra vida espiritual es incorporar oraciones breves en medio de nuestros horarios diarios. Estas breves oraciones, llamadas aspiraciones, pueden tener solo unas pocas palabras. Son una pausa momentánea en lo que estamos haciendo para dirigir nuestra atención a la presencia de Dios. La oración podría ser una de las líneas favoritas de las Escrituras. También podría ser un simple "Gracias, Jesús" por alguna bendición en el día, o un "¡Ayúdame, Señor!" o “Ven, Espíritu Santo” cuando estemos a punto de hacer algo difícil o en un momento de tentación. Incluso podría estar diciendo el nombre de Jesús, mirándolo hacia adentro.
Formar el hábito de decir oraciones como esta a lo largo del día puede transformar nuestra rutina diaria en un diálogo continuo con Dios, invitándolo a todo lo que hacemos. Esta es una manera de seguir la instrucción de San Pablo de “rezar sin cesar” (1 Ts 5). También estaríamos imitando a Santo Domingo, que “siempre hablaba con Dios o de Dios” (Hermano Pablo de Venecia, en el proceso de canonización de Santo Domingo, 17).
Para formar un hábito, es útil adjuntar oraciones a determinadas acciones o momentos de rutina. Muchos frailes rezan cuando ponen en marcha sus coches: "Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra". Recientemente releí el breve trabajo de San Alfonso de Ligorio, Cómo orar en todo momento. Da muchas sugerencias de formas de agregar momentos de oración a nuestras vidas. Él recomienda especialmente hacer una ofrenda del día cuando nos despertamos por primera vez y ofrecer cualquier trabajo que nos propongamos. San Francisco de Sales también tiene muchas sugerencias al respecto en su Directorio espiritual y en su Introducción a la vida devota donde dice: "Debo aconsejarle que no se ate a ninguna palabra formal, sino que hable con el corazón o la boca todo lo que brote del amor dentro de usted, que seguramente le proporcionará toda la abundancia" (pt. II, cap. XIII).
Más de una vez he resuelto incorporar este tipo de oraciones breves a mi vida, pero por lo general la práctica disminuye a través del olvido. Formar un nuevo buen hábito, incluso uno simple como este, es un desafío. Esta Cuaresma, estoy redoblando mi esfuerzo. Comenzaré diciendo una breve oración pidiendo ayuda.
Señor, ayúdanos con nuestras observancias de Cuaresma y hazlas fructíferas para acercarnos a ti.
Br. Paschal Strader, OP | Conoce a los hermanos estudiantes en formación AQUÍ
Escrito
4 de marzo de 2020
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Lectura de 3 min
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