Yo tampoco te condeno

Esta Cuaresma, ¿dejarás que Jesús reescriba tu historia? El Hno. Piotr Orzechowski, OP, reflexiona sobre el Evangelio del quinto domingo de Cuaresma.


Mira hacia abajo. El suelo bajo tus pies tiene una historia. A veces, es un campo de batalla, donde se libran luchas y se infligen heridas. Otras veces, es un tribunal, donde se juzga, condena y juzga a las personas. Y a veces, es simplemente polvo, silencioso, esperando.

En el Evangelio de hoy, la tierra es un lugar de misericordia. Una mujer es arrojada ante Jesús. La ley dice que debe morir. Los fariseos están de pie junto a ella, con piedras en la mano. ¿Pero Jesús? Se inclina. Se arrodilla en el polvo. Y escribe.

¿Qué escribe? No lo sabemos. Pero sí sabemos dónde escribe: no sobre piedra, donde se escribió la Ley, sino sobre polvo. Porque el pecado no está escrito en piedra; la misericordia es mayor que la Ley.

Y una a una, las piedras caen.

Ahora, miren a la mujer. Ella creía estar en el terreno de la condenación. En cambio, se encuentra en el terreno de la misericordia. 

Quizás seas tú el que estés ahí. Quizás creas que tu pasado está grabado en piedra, que tus pecados tienen la última palabra. Pero Jesús se arrodilla en tu polvo. Escribe una nueva historia: Perdonado. Amado. Libre.

La Cuaresma es tiempo de soltar la culpa, de dejar que Jesús nos reescriba. Pero la misericordia no se detiene ahí. Debe transmitirse. ¿Con qué frecuencia nos ponemos como los fariseos, dispuestos a apedrear a los demás? Una palabra dura, un juicio frío, la negativa a perdonar.

Esta semana, deja caer la piedra. En lugar de juzgar, inclínate. Sé el fundamento de la misericordia para alguien más. Porque pronto veremos otra piedra: la que selló la tumba. Pero esa piedra también caerá. Y la misericordia se levantará.


Imagen: Rembrandt, Mujer sorprendida en adulterio, 1644, Dominio público