La Vida Religiosa y la Vida Venidera

¡No hay nada desafortunado en los votos de pobreza, castidad y obediencia!

Los religiosos a menudo reciben muchas preguntas y sentimientos de personas bien intencionadas que implican algo desafortunado en la profesión de votos de pobreza, castidad y obediencia. Hay algo peculiar en estos votos que hacen los religiosos, en la vida que llevan, en la concreta y natural cosas a las que deben renunciar. Todo parece bastante desconectado de la vida de la gente común... pero ese es exactamente el punto. Esta dimensión de alteridad aparece porque la vida de un religioso es profética, apunta a la vida más allá de ésta, la vida en el cielo.

Con el amanecer de la dispensación cristiana, sabemos que el orden temporal algún día pasará. La vida tal como la conocemos será perfeccionada y renovada. Sólo con esta revelación la vida religiosa tiene sentido y es deseable. Así, un religioso no abraza los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia por sí mismos, sino por el Reino. Los consejos son un seguimiento intenso y radical de Cristo para estar con Él en su Reino que ha de venir. Por eso, los religiosos consagrados viven la vida que está por venir en el aquí y ahora. Escribiendo a un grupo de vírgenes consagradas, San Cipriano dice: “Lo que seremos, vosotros ya habéis comenzado a serlo. Poseéis ya en este mundo la gloria de la resurrección” (en el vestido de las vírgenes, 22). De hecho, en el Reino de Dios, no tendríamos necesidad de riqueza, matrimonio, ni ninguno de nuestros propios deseos. Dios mismo nos satisfará de una manera inimaginable. 

Gustave Doré, “Dante y Beatrice contemplan el cielo más alto, el Empíreo”

Cuando vemos esta dimensión profética de la vocación religiosa, también podemos ver la conexión con las vidas “ordinarias” de los que están en matrimonio. Los religiosos son testigos de esta realidad sobrenatural a los hombres y mujeres en santo matrimonio. Como el p. Como dice Raniero Cantalamessa, el testimonio de vida consagrada “recuerda [a las parejas casadas] que el matrimonio es santo, hermoso y redimido por Cristo… pero no lo es todo. Es una realidad que está ligada a este mundo y por lo tanto transitoria” (Virginidad, 10). De ninguna manera es esto un menosprecio del matrimonio, pero es un testimonio de que el matrimonio no es el principio y el fin en el plan eterno de Dios. Más bien, también aquellos que viven la vocación marital están llamados a buscar la santidad, a buscar el Reino. El matrimonio también es un medio; un medio santificado para lograr la unión con Dios en la vida venidera.

Oremos, pues, para que muchos más jóvenes abracen con valentía este testimonio profético de la realidad que está por venir. En la medida en que se dice que nuestros tiempos presentes han olvidado a Dios, el testimonio gozoso de la vocación religiosa es un faro que finalmente habla a lo más profundo del corazón humano, diciendo que Dios es suficiente, que de hecho, solo Él puede satisfacernos.


Hermano Pedro Pío Chu, OP | Conoce a los Hermanos en Formación AQUÍ