San Alberto: un modelo para científicos-teólogos

El 15 de noviembre celebramos la fiesta de un santo dominico que merece ser más conocido en los tiempos modernos: San Alberto de Colonia (m. 1280), también conocido como San Alberto Magno. Hoy en día, San Alberto es más conocido como el maestro de Santo Tomás de Aquino, cuya teología y filosofía eventualmente eclipsarían en importancia a las de su maestro. En su propia época, sin embargo, San Alberto era conocido por su amplitud y profundidad de conocimiento en prácticamente todos los campos de estudio. Sus obras completas abarcan treinta y ocho volúmenes. Fue un científico del siglo XIII que desarrolló una comprensión del mundo natural a partir de sus propias observaciones recopiladas durante sus numerosos viajes a pie. Sus estudios incluyeron física, astronomía, zoología, botánica, geología, anatomía, mineralogía, matemáticas, lógica, teología, filosofía, arquitectura, música y poesía. Fue un hombre del Renacimiento un siglo antes del Renacimiento. Se desempeñó en varias ocasiones como profesor de teología en las universidades de París y Colonia, predicador itinerante, provincial de la provincia dominicana en Alemania, legado papal y obispo de Ratisbona.

Algunas de sus intuiciones parecen mucho antes de su tiempo. Por ejemplo, notó que los animales más al norte tienden a ser más pálidos, proporcionando camuflaje en climas nevados, y comentó que si hubiera osos en el Polo Norte, serían blancos. Además, se pensó ampliamente en ese momento que, si bien se esperaba que el Polo Norte fuera extremadamente frío, el Polo Sur, por el contrario, sería extremadamente caliente. Como nota al margen, el hecho de que esta conversación ocurriera muestra que la gente medieval no pensaba comúnmente que el mundo fuera plano. San Alberto, en sus estudios de climas, descubrió que esto no era correcto y que tanto el polo norte como el polo sur tendrían que ser fríos, con una región cálida en el medio.

La teología mística de San Alberto, descrita principalmente en sus comentarios sobre Pseudo-Dionisio, se adapta perfectamente a los teólogos científicos. Esto se debe a que su visión de la vida espiritual se centra en el papel de la mente en la búsqueda de Dios. Al interpretar a Dionisio, San Alberto se dio cuenta de que al considerar la bondad de Dios, nuestra primera comprensión de la bondad proviene de nuestra comprensión de las cosas creadas, que, en la medida en que son buenas, se asemejan a la bondad perfecta de Dios. Si vamos a aprender todo lo que podamos acerca de Dios, debemos hacerlo por analogía con las cosas creadas. Por lo tanto, debemos saber tanto como sea posible sobre la bondad, la verdad y la belleza de las cosas creadas, cuyo estudio está alimentado por una sana curiosidad por la naturaleza.

Una de las cosas que encuentro más impresionante de San Alberto es que a pesar de todos sus logros, conocimiento enciclopédico, posiciones prestigiosas y reputación (sus propios contemporáneos lo etiquetaron como "el Grande"), fue conocido por ser extremadamente humilde a lo largo de su vida. . Esto se debió a su ardiente amor por la Verdad. En su continuo esfuerzo y aceptación de la verdad, sabía quién era y que sus muchos dones eran de hecho dones de arriba, por lo que todo el mérito se debía a Dios. De esta y otras formas, puede servir como modelo para científicos, teólogos y, bueno, para todos los demás.

En esta fiesta de San Alberto, recemos para que podamos acercarnos más a Dios a través de los dones del mundo que nos ha dado. Que la intercesión y el ejemplo de San Alberto Magno muestre a nuestro mundo y nuestra cultura la mano de Dios obrando en cada momento de nuestras vidas.

-Br. Paschal Strader, OP

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