El 3 de noviembre celebramos la Fiesta de San Martín de Porres, patrón de los hermanos cooperadores (y de barberos, posaderos, trabajadores de salud pública y mestizos). Los hermanos cooperadores son hermanos dominicos llamados a la vida religiosa pero no al sacerdocio. Históricamente, también se les conocía como conversi y hermanos legos. Hacen los mismos votos que los sacerdotes dominicanos y viven en la misma comunidad, contribuyendo de muchas formas dentro y fuera de la comunidad.
Hace aproximadamente un año, decidí que mi vocación era ser un hermano colaborador en lugar de un sacerdote. Parte de mi discernimiento implicó conocer la historia de los hermanos cooperadores y los hermanos santos cooperadores. Me enteré de que San Martín de Porres, patrón de los hermanos cooperadores, él mismo no era un hermano cooperador. Era un donatus, una especie de dominico de la Tercera Orden que vivía en la misma comunidad que los sacerdotes y conversos, aunque no hacía los mismos votos.
Como donatus, tenía más libertad para ir y venir de la comunidad dominicana y no estaba obligado a unirse a los frailes para el Oficio Divino. San Martín hizo uso de esta autonomía para perseguir su llamado dentro de un llamado, ser un sanador. Utilizó su formación como barbero-cirujano para ofrecer asistencia médica tanto a los pobres como a los aristócratas de Lima, Perú. Esto a veces implicaba un milagro. También era conocido por comunicarse milagrosamente con animales y curarlos.
Hoy en día todavía hay una variedad en los tipos de dominicanos que podrías conocer. La familia dominica está formada por frailes (sacerdotes y hermanos cooperadores), monjas de clausura, hermanas activas, laicos dominicos, miembros de la Fraternidad Sacerdotal de Santo Domingo y miembros de institutos seculares afiliados a la Orden. Sé que para quienes están fuera de la Orden esta variedad de categorías y distinciones puede resultar bastante confusa, pero creo que muestra la diversidad de vocaciones tanto en la Orden Dominicana como en la Iglesia. Si todos tuvieran la misma vocación, la Iglesia en su conjunto no funcionaría. San Pablo hace este punto, usando el cuerpo como analogía:
“Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo el cuerpo fuera un oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero tal como está, Dios dispuso los órganos del cuerpo, cada uno de ellos, como él eligió… Tal como está, hay muchas partes, pero un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: 'No te necesito', ni la cabeza a los pies: 'No te necesito' ”(1 Co 12, 17-21).
A través de todas sus vocaciones, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo trabajan juntos por el bien de toda la Iglesia, así como por la misión de la Iglesia en el mundo.
Que, por intercesión de San Martín de Porres, vivamos bien nuestras vocaciones, en beneficio y sanación de la Iglesia y del mundo.