Los Siete Dones del Espíritu Santo se originan en la Vulgata Latina de Isaías 11: 2-3, donde el profeta enumera las cualidades del "Espíritu del Señor". El tratamiento más profundo que he leído sobre los Siete Dones del Espíritu Santo es el de San Agustín en Sobre la doctrina cristiana. Conectando Isaías 11: 2-3 con Proverbios 9: 11— “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová” —St. Agustín presenta los siete dones como escalones subiendo una escalera, ascendiendo desde los cimientos de Temor del Señor y culminando en Sabiduría. En resumen, (1) Temor del Señor es el fundamento de la humildad que nos devuelve al confesionario y al estado de gracia santificante. (2) Piedad es ese primer vistazo fascinante del Amor divino en las Escrituras que florece en un deseo de ganar tanto (3) Conocimiento acerca de ese Amor como sea posible, y que forma una base reforzada por (4) Fortaleza para soportar la tribulación, apoyado por el (5) Consejo de amar a los demás. Esto conduce a (6) Entender la situación particular y la capacidad de actuar en el (7) Sabiduría de la Verdad.
En mi opinión, el escalón más sorprendente de esta escalera es el sexto —Comprensión— que San Agustín describe como “cuando una persona ha llegado al punto de amar a su enemigo” y “cuando purifica el ojo mismo, que es capaz de ver Dios." Con el don de la comprensión, el "hombre santo será tan sencillo y puro de corazón que no se apartará de la verdad para agradar a los hombres". Así, el don del entendimiento, que perfecciona el don teológico de la fe, se encuentra en amar verdaderamente a nuestros enemigos y en la pureza de corazón para que podamos ver a Dios.
Las aplicaciones prácticas de ver el don del entendimiento bajo esta luz son múltiples, pero creo que pueden resumirse en un solo punto: la imagen de San Agustín del don del entendimiento deja en claro que el don principal del Espíritu Santo es amar. Con el don de la comprensión se nos induce a dar ese primer regalo, el amor, incluso a nuestros enemigos. Porque entendemos que la razón es una herramienta que se puede doblar a la voluntad de la persona. Sin una experiencia de amor, sin ese primero de todos los dones, entonces la razón misma no está atada a cualquier posibilidad de encontrar la Verdad. Con el don de la comprensión, sin embargo, podemos ver que es solo amando a nuestros enemigos, solo ofreciéndoles el primero, el más necesario de todos los dones, que su razón puede descansar sobre una base segura y pueden comenzar a subir la escalera para nuestra patria celestial.
En mi opinión, el escalón más sorprendente de esta escalera es el sexto —Comprensión— que San Agustín describe como “cuando una persona ha llegado al punto de amar a su enemigo” y “cuando purifica el ojo mismo, que es capaz de ver Dios." Con el don de la comprensión, el "hombre santo será tan sencillo y puro de corazón que no se apartará de la verdad para agradar a los hombres". Así, el don del entendimiento, que perfecciona el don teológico de la fe, se encuentra en amar verdaderamente a nuestros enemigos y en la pureza de corazón para que podamos ver a Dios.
Las aplicaciones prácticas de ver el don del entendimiento bajo esta luz son múltiples, pero creo que pueden resumirse en un solo punto: la imagen de San Agustín del don del entendimiento deja en claro que el don principal del Espíritu Santo es amar. Con el don de la comprensión se nos induce a dar ese primer regalo, el amor, incluso a nuestros enemigos. Porque entendemos que la razón es una herramienta que se puede doblar a la voluntad de la persona. Sin una experiencia de amor, sin ese primero de todos los dones, entonces la razón misma no está atada a cualquier posibilidad de encontrar la Verdad. Con el don de la comprensión, sin embargo, podemos ver que es solo amando a nuestros enemigos, solo ofreciéndoles el primero, el más necesario de todos los dones, que su razón puede descansar sobre una base segura y pueden comenzar a subir la escalera para nuestra patria celestial.
Br. John Winkowitsch, OP | Conoce a los hermanos estudiantes en formación AQUÍ