¿Se puede conciliar la diversidad de la Iglesia con su unidad? En su primera carta a los Corintios, San Pablo habla de las diversas manifestaciones del Espíritu insistiendo en la unidad esencial de la Iglesia. Usando la analogía del cuerpo humano, San Pablo muestra cómo la Iglesia puede tener muchos miembros y aun así ser una en naturaleza: “Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aunque sean muchos, , sois un solo cuerpo, así también con Cristo” (1 Cor 12). Hay una importante distinción subyacente que Pablo hace entre diversidad y división. Diversidad no es lo mismo que división. Los múltiples elementos de la Iglesia no implican que esté de algún modo dividida. La variedad de sus dones y de sus miembros no resta valor a su unidad arraigada en Cristo.
A pesar de la respuesta de San Pablo al resolver la tensión entre unidad y diversidad, uno puede preguntarse sobre los orígenes de tal pregunta. ¿Qué nos haría creer que la variedad de dones presentes dentro de la Iglesia son contrarios a su unidad? ¿Qué estado de ánimo nos hace plantearnos la cuestión de la unidad de la Iglesia? Una forma en que ocurre este problema es cuando percibimos que una parte es el todo: “El ojo no puede decir a la mano: 'No te necesito', ni la cabeza a los pies: 'No te necesito'. ” (1 Corintios 12:21). Cuando reducimos nuestra idea de la Iglesia a sólo una parte de la Iglesia, comenzamos a ver tensiones con las otras partes. El ojo es visto como un competidor del oído, o el oído es visto como un competidor de la nariz.
En la Iglesia siempre existe la tentación de reducir la Iglesia a una de sus partes, como una sola vocación, parroquia, apostolado u orden religiosa. Cuando consideramos cualquiera de ellas como la totalidad de la Iglesia, cualquier otra forma de expresión de la Iglesia se convierte en un obstáculo, un enemigo. En otras palabras, la forma en que percibimos el nivel operativo de unidad dentro de la Iglesia afecta cómo entendemos su diversidad. Si identifico la Iglesia al nivel de un solo predicador, otros predicadores ya no están en mi equipo. San Pablo aconseja a los corintios ver más allá de tal caracterización: “¿Qué es, pues, Apolos? ¿Qué es Pablo? Siervos por quienes creísteis, como el Señor asignó a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios dio el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega son algo, sino sólo Dios que da el crecimiento” (1 Cor 3-5). La unidad de la Iglesia está en su catolicidad: “Si un miembro sufre, todos sufren juntos; si un miembro es honrado, todos se alegrarán a una” (7 Cor 1). Debemos tener una imagen más amplia de la Iglesia si queremos entender que su diversidad es compatible con su unidad. La unidad de la Iglesia está en Cristo.
Hno. Anthony Michael Martín, OP | Conozca a los hermanos en formación AQUÍ