Lo que creemos sobre María puede marcar una gran diferencia en lo que creemos sobre Jesús y sobre nuestra propia salvación. Es por eso que ciertas verdades sobre la vida de María se han definido como dogmas. Un dogma es una enseñanza que la Iglesia ha definido como una verdad esencial para nuestra fe. Uno de estos dogmas marianos es la Inmaculada Concepción, definida por Bl. Pío IX en 1854. En pocas palabras, debemos creer que: "La Santísima Virgen María, en la primera instancia de su concepción ... fue preservada libre de toda mancha de pecado original". (más allá de la)
¿Por qué debe considerarse tan importante la impecabilidad de María? ¿Qué diferencia hace al resto de nuestra fe?
Algunos podrían decir que María necesitaba estar sin pecado para poder dar a luz a un niño sin pecado, Jesús. Pero esto no cuadra del todo. Después de todo, si María tenía que ser sin pecado para que Jesús no tuviera pecado, entonces Santa Ana, la madre de María, también tendría que ser sin pecado. Y la madre de Santa Ana también tendría que estar libre de pecado, y así sucesivamente.
Más bien, propondría que comprendamos la impecabilidad de María a la luz del plan general de salvación de Dios. Demos un paso atrás y preguntémonos: ¿cómo es que we se salvan? Dios se hizo hombre, asumió nuestra naturaleza humana en la persona de Jesús. Se volvió como nosotros, para que nosotros pudiéramos llegar a ser como él. Compartió nuestra naturaleza humana, para que pudiéramos compartir su naturaleza divina. En resumen, somos salvos al ser hechos miembros del Cuerpo de Cristo.
Pero Mary se encuentra en una situación totalmente única. La Encarnación, Dios hecho carne, es esencial para nuestra salvación, pero María es esencial para la Encarnación. Somos salvos al estar unidos al Cuerpo de Cristo, pero María es de quien Cristo recibió un cuerpo en primer lugar.
Somos como ramas injertadas en el Árbol que es Cristo. María es la tierra en la que está plantado Cristo. Entonces, mientras somos redimidos por estar unidos a Cristo, María debe tener ya ha sido guardado para dar a luz a Cristo.
Sin duda, María es salvada por Dios, pero es salva de una manera singular que corresponde a su papel totalmente único en el plan de salvación de Dios. Mientras somos limpiados del pecado en el bautismo al estar unidos a Jesucristo, María debe ser en conserva del pecado para que ella pudiera traer a Cristo al mundo. Entonces, mientras somos miembros del Cuerpo y Cristo es nuestra Cabeza, María es la Madre de todo Cristo: Cabeza y Cuerpo. Ella es la Madre de Dios y nuestra Madre.
Así, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción celebramos el gran don de nuestra salvación, que nos ha dado Dios Padre, en Jesucristo, a través de la Santísima Virgen María. Honrámosla como nuestra Reina Inmaculada que, por la gracia de Dios, ha hecho posible nuestra salvación.